De la recuperación de un espacio degradado en el centro de la ciudad al delito.
El día 5 de septiembre se presenció en Torrelavega una acción totalmente altruista y sin precedentes en la ciudad. Un grupo de voluntarios “toma” un solar baldío y totalmente degradado en pleno centro de la ciudad, más concretamente, el número 14 de la calle Argumosa, con la única intención de hacer de él un espacio de relación y encuentro, un pequeño anfiteatro, un lugar donde expresarse, resumiendo, recuperar el espacio y ponerlo a disposición de la ciudad.
Este solar, a pesar de las ordenanzas urbanísticas municipales que recogen las obligaciones de mantenimiento, se había convertido en un espacio desocupado, insalubre y molesto, tanto para los viandantes como para los vecinos que tenían que convivir con las ratas.
Cualquier ciudad que se precie pone de manifiesto que formalizar espacios sociales, de distensión y relación, es un pilar fundamental en su urbanismo, al igual que la recuperación de espacios baldíos y degradados. Bien lo saben en las ciudades europeas que abanderan las nuevas corrientes del urbanismo, como Berlín, Rotterdam o Barcelona, donde actuaciones similares a la acontecida en Torrelavega, se ven como mejoras dentro de la estructura de la trama urbana y no como motivo denuncia a los promotores; porque una ciudad no tiene espacios públicos, deja de ser una ciudad.
Se entiende que el procedimiento no ha sido como debiera, que hay ilegalidades y que los propietarios de este solar, por lo que parece infinitos, estén en desacuerdo. Pero unos 50 voluntarios que sin intereses de ningún tipo, sacan unas 5 toneladas de basura y nos regalan un espacio tan apetecible como este en el centro de mi ciudad, se merecen mi más sincera admiración y agradecimiento, no un decreto que los criminalice.
Como nos explicaba hace unos días un doctor en Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Valladolid, de la que formo parte, “las ciudades siempre se resisten a la simplicidad y tienden por sí mismas a la complejidad”. Este es, sin duda, un pequeño proyecto que refleja esa complejidad que hace tan rica una ciudad. Una nueva dotación no solo de mobiliario urbano en sí mismo, sino de un significado mucho más fuerte que todo eso: la cultura.
Con esta carta no trato de convencer a nadie, sólo de hacer ver que cuando se toma la distancia suficiente, ilusiona ver cómo la gente de Torrelavega se preocupa por nuestra ciudad y trata de darle ese enfoque dinámico del que tanto carece. Por ello, insto a las autoridades pertinentes a que traten de llegar a un acuerdo con los propietarios del solar, que no sin razón, reclaman sus derechos sobre él, y que este Espacio Argumosa no se convierta en algo solamente anecdótico.
¿O deberíamos anteponer los intereses de unos propietarios, que no están cumpliendo las ordenanzas vigentes, a los de la propia ciudad y por ende a los de todos los que en ella vivimos?
Jaime Fernández Gómez
Estudiante de 4º en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid (ETSAVa)
En Valladolid, a 29 de Octubre de 2015.