Al consejero Francisco Martín el árbol no le deja ver el bosque.


Hace un par de semanas, el Consejero de Industria, Francisco Martín, contestaba en el Parlamento a una pregunta sobre los objetivos especulativos del PSIR de Las Excavadas con un argumento no solamente pobre y absurdo, sino también faltón y despectivo. Su única defensa del proyecto consistió en decir que quienes están en contra del atentado ambiental de ese megapolígono son los “amigos del limonero”.

Ese desprecio tan absoluto no deja de ser la coraza de defensa de quien sabe que poco puede hacer en un debate real, en una confrontación de argumentos. El consejero sabe, o debería saber, que los planteamientos de la Asamblea en Defensa de Las Excavadas, de la cual la ACPT formamos parte activamente, son serios, profundos y contundentes. Argumentos de un nivel que a día de hoy no le hemos escuchado al consejero nunca. Y es el máximo responsable de la política industrial de Cantabria.

No ha debatido ni explicado públicamente ni en privado pues, a día de hoy, sigue sin dignarse a recibir a los integrantes de la Asamblea a pesar de haberlo solicitado en numerosas ocasiones de manera oficial. El mismo Francisco Martín se ofreció personalmente a mantener una reunión en el trascurso de la protesta que hubo en el Parlamento de Cantabria hace casi dos años. Mintió.

Y parece que mentir es una tónica en este Consejero especialista en saraos y eventos, con un trasfondo siempre oscuro y turbio, atacando con chulería y despotismo a quienes pretenden arrojar luz en cualquier asunto que esté implicado.

Rehúye dar explicaciones como si el dinero público fuera de su propiedad y dispusiera del mismo para hacer lo que le salga en gana, siempre por supuesto, colgándose numerosas medallitas y rentabilizando su imagen a costa del dinero de todas y todos.

Pues este señor, cada vez más distante y caciquil en sus formas, es quien se ha convertido en defensor del Polígono de Las Excavadas, utilizando su artes más caciquiles para decirnos a todos que, se hará porque sí, porque lo dice él. Y tan a gusto que se queda.

Una persona con esas malas artes como sistema de trabajo no puede ser quien lleve las riendas de la planificación industrial de una Comunidad, especialmente si tenemos en cuenta que sus cacicadas y megalomanías dejan huellas irreparables en el entorno natural de nuestra tierra.

La incapacidad para dar unas explicaciones convincentes y unos argumentos sólidos nos refuerzan en la defensa de uno de los mejores terrenos agropecuarios que mantiene nuestra comarca. Terrenos que deben defenderse desde la revisión del Plan General de Ordenación Urbana. Si así hubiera sido, ya estaríamos de hecho con la aprobación inicial del mismo resuelta y avanzando hacia la provisional con paso firme, y acabaríamos la legislatura con un nuevo PGOU.

Los sinsentidos políticos, han hecho que, aunque no se reconozca aún, el PGOU haya fracasado una vez más, avocando a Torrelavega a seguir con modelos urbanísticos y de ordenación de hace treinta años. En una palabra, hundiéndose. Más si cabe.

Cuando no tenga más remedio que reconocer el Equipo de Gobierno actual el fracaso en la revisión del PGOU, echará la culpa al resto de los grupos municipales pero, no olvidemos que el único responsable será el Alcalde, que por cobardía e inmovilismo, ahondó en la profunda herida que tiene nuestra ciudad.

En Torrelavega a 12 de diciembre de 2017

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